No hay profesionales en el sector. O, mejor dicho, por primera vez no encontramos el personal necesario para seguir adelante y eso nos coge a todos con el pie cambiado. Durante años, la hostelería ha atraído perfiles de diversa índole, desde compañeros y compañeras que estaban de paso y necesitaban un trabajo “para ir tirando” hasta profesionales cautivados por una verdadera vocación. Estos últimos perfiles mencionados han sido desde siempre el motor esencial de nuestro gremio.
Actualmente, pocas actividades laborales son vocacionales. El país de los oficios se ha ido desvaneciendo y ya no se sustentan los pilares de aquello que tanto sonaba en las escuelas: “¿de mayor qué quieres ser?”. Hoy en día abundan las profesiones que puedes encontrar en cualquier buscador de empleo y los oficios languidecen. Oficios que sin duda representaban nuestra historia y que, tras siglos de aprendizaje, habíamos conseguido hacer excelsos.
Pero ¿por qué? Es clave que nos paremos a reflexionar sobre cómo hemos liderado un sector que atraía a gente que soñaba con el oficio. Año tras año, las escuelas de hostelería se llenaban de estudiantes maravillados por la cocina de los grandes referentes españoles y de los perfectos mecanismos que eran los hoteles del país. Este hecho nos permitía trabajar con perfiles preparados e ilusionados con emprender una carrera dentro de un mundo exigente y dinámico y podíamos trabajar con equipos que tenían unas ganas infinitas de aportar y crecer. Esto solía ser la clave del éxito.
La pandemia afloró un problema estructural que acarreábamos y parecíamos no ver: un liderazgo que olvidaba las necesidades de los profesionales en materia de conciliación, reconocimiento, retos continuos y beneficios sociales. Este factor, combinado con un abandono del sector en materia de ayudas, desembocó en talento huyendo hacia otros sectores. Sectores donde descubrieron otra forma de trabajar y de liderar.
¿Pudo ser un liderazgo arcaico la causa de pérdida de talento en el sector? La respuesta es sí. Sin embargo, no implica que todos los líderes lo hicieran de una forma errónea, sino que, en demasiadas ocasiones, lo erróneo se convirtió en común, hasta dogmatizarlo con aquello de “el sector es así”. Y no, no debía ser así. El mundo laboral ya demandaba otra cosa, algunos lo vieron, y otros se resistieron a ello.
El problema parecía propagarse generación tras generación sin excesivos cambios, pasando de profesores a alumnos, y de maestros a discípulos, de forma habitual y natural. Cualquier reforma se podía ver como algo dañino para la industria.
Aunque todo avanza, y el mar no se para con las manos, hoy nos encontramos con un escenario incierto. Algunos piensan que los buenos tiempos volverán, porque aquellos y aquellas que se fueron retornarán. Otros ya han visto que no, y empiezan a cambiar por arriba las formas de dirigir los equipos. Así se producen dos escenarios: el de los profesionales que se encuentran de nuevo atraídos por la vocación y el de que los rehúyen. Y es que la clave ya la anunciaba Joan Roca en el artículo de 7 Caníbales: se trata de recuperar a los que apartamos.
Nuestra fuerza siempre fueron nuestros equipos y la pasión que sentían por lo que hacían. Preguntarse cómo atraerlos de nuevo es empezar a jugar la partida con las fichas de hoy. Si nuestro oficio va de amor por lo que hacemos, tenemos que plantearnos cómo liderar desde la vocación. Es el momento de cambiar y adaptarse, o de quedarse sin talento.
¿Están listos los líderes de tu organización para asumir el reto?
Felip Rodríguez
Client Partner de Hospitality, Leisure & Sports